Homicidio silencioso

Una mujer baja apresuradamente por la calle. Es una mujer alta, delgada, toda vestida de negro.
Corre sobre sus grandes botas por la calle oscura y mojada. Lleva una pistola en la mano. Una automática, con silenciador. Sea lo que sea lo que ha hecho en ese piso del cual acaba de salir era premeditado.
Cuando llega al final de la calle decelera y para frente a un coche. Un Hummer H2 negro con los cristales tintados. Abre la puerta del copiloto y se sube. El coche arranca y se va.

El el piso, un hombre está en el suelo.
Unos documentos sobre la mesa. Bueno, unos documentos no, solo carpetas vacías. Los documentos están, si, pero en el suelo, en un montón revuelto que es consumido por el fuego y del que luego solo quedarán cenizas.
El hombre tiene tres marcas de bala en su torso. Se está desangrando. Dudo que llegue a vivir mucho más de un par de minutos.

Se empiezan a oír sirenas. Los vecinos han debido llamar a la policía al oír algún ruido.
Ya es tarde; el hombre ya está muerto, los documentos perdidos, la mujer ya se ha ido.
Suena un chasquido y la puerta se abre. Por ella entra un joven y prepotente inspector de la policía. Probablemente es su primer caso sin un superior supervisando.
Al entrar, pisa la única pista que la mujer había dejado de su estancia en la habitación y, con ella, desaparece la última prueba.

La policía busca y busca pruebas entre las cosas pero no llegan a encontrar nada. No se dan por vencidos pero yo se la verdad. Se que este es otro caso inconcluso, otro caso sin resolver que se llenará de polvo en alguno de los almacenes de la policía.
Dentro de unos meses ya nadie volverá a pensar en él.
Dentro de nos meses todos habrán olvidado aquel caso imposible.
Y, dentro de unos meses, la mujer volverá a actuar.

Al ritmo de la vida

Mi corazón latía fuera de ritmo,

el blues de mi alma se agitaba furioso,

mi vida veloz caía por el abismo,

y La Muerte se me acercaba poco a poco.

A través de la ventana observaba la luna,

tan blanca y bella como jamás ninguna.

¡Que placer morir así,

con vistas a esa hermosura

¡Que perfecta se veía ahí,

  recostándose sobre su estrellada cuna!

Y con un último suspiro La Muerte me alcanzó

y, así, la luz de Mi Luna por siempre se apagó.

Buenas. Hace tiempo que quería escribir algo distinto, en este caso poesía. Como veréis no es mi especialidad pero pretendo poder mejorar con el tiempo. Gracias por leerme y, por favor, toda critica es buena, expresaros con confianza en los comentarios. ¡Gracias!

Palabras

Y de repente llega. Llega esa oleada de calor y nerviosismo que te recorre todo el cuerpo diciéndote que es la hora de escribir.
Ese signo que te indica que tu mente y tu cuerpo están preparados para soltarlo todo y tratar de hacer de tus pensamientos algo bonito.

No muchos poseen el poder de hacerlo, por no decir casi nadie.

Yo misma soy de esas que lo intenta pero no lo consigue. Pero no pasa nada, porque aun así disfrutamos escribiendo.

Como yo, hay muchos que encuentran en las palabras un escape, calma, paz dentro de sus cuerpos. 

Da igual que seas tu quien las escribe o si solo las estas leyendo o si son algo que te están contando. Sea como sea, a través de ellas se pueden vivir miles de vidas en una sola. Gracias a ellas puedes expresarte con claridad. Pueden ser tanto un regalo como un deseo. Se las deseas tanto a tus amigos como a los que jamás creiste que lo serían y a los que nunca lo serán. Con ellas se hace la guerra y gracias a ellas es declarada la paz.

Las palabras son poder, y lo que ellas conllevan son la propia vida.

Perdiendo el tiempo

Cada día que pasa, cada segundo, minuto y hora que se va y en la cual no hacemos nada productivo, es tiempo perdido.
Nos creemos invencibles, infinitos. Creemos que nos sobra tiempo para hacer de todo, que "no pasa nada por hacerlo luego". Nunca sabemos lo equivocados que estamos hasta que nos damos cuenta de que ya no podremos hacerlo jamás.

Despertad. Como dice la conocida expresión: "Carpe diem"  aprovecha el momento, no dejes que el tiempo pase. Reacciona. Actúa.

Luciérnaga

Recuerdo ese tiempo en el cual te escapabas de puntillas, en el que pedías que te cogiese y te salvase de tus peores temores sin que nadie te viera y, si alguna vez llegue a salvarte, fue cuando te saque de ese sucio baño con viejos nombres pintarrajeados en las puertas al que llamabas corazón y te abandoné en otro lado.
Se que no estuvo bien. Se que prometí amarte y solo te utilicé pero seamos realistas. Te saqué al mundo real. ¿Es que eso no cuenta para nada?
Cuando pienso en aquello me siento mal pero ¿Acaso creías que te querría para siempre? Pobre iluso. Nunca te fíes de quien te viene de buenas a primeras con una sonrisa.
Tan solo fui una efímera luz en tu camino, como tantas otras.

Presentaciones

Como en todo lugar, una persona tiene que presentarse. Podría poner quién soy, mi edad, mi nombre, de donde vengo y a donde voy a ir... pero me temo que tanto para ti como para mi (y perdona que te tutee aun sin conocerte pero la verdad es que sino no me sentiría cómoda escribiendo) esa información es irrelevante.

No, yo no me presentaré de esa manera.
Yo lo único que quiero es dejarte claro lo que vengo a hacer aquí. No vengo a agradarte, aunque si es así mejor que mejor. No vengo a quejarme de todo ni a pasar del mundo.
Vengo a escribir cualquier cosa que se me pase por la cabeza en algún momento del día y que sé que no puedo compartir con los de mi alrededor.

Muchas de estas cosas serán mis pensamientos, si, pero eso no significa que todo aquello que escriba vaya a serlo, solo una pequeña parte.

No se cuánto durará este proyecto. No es el primer blog que hago ni la primera vez que me decido a escribir algo y siempre termino por dejarlo pero mientras dure espero que me sea de ayuda y que a ti te guste.

Gracias por entrar y espero que si sigues leyéndome te vayan gustando mis entradas.